Héctor Amichetti: «Las cooperativas juegan un rol importantísimo en la defensa del empleo”
El secretario General de la Federación Gráfica Bonaerense, que integra actualmente la Corriente Federal de Trabajadores repasa, en esta entrevista con Autogestión para otra economía, el desarrollo de todos los conflictos que suelen aparecer a la hora de establecer puentes entre el mundo autogestivo y el mundo sindical.
La Federación Gráfica Bonaerense tiene una larga tradición de trabajo junto a las cooperativas y las empresas recuperadas. Su titular, Héctor “el Gringo” Amichetti, es contundente: “Un sindicato que no tenga una estrategia de defensa de las fuentes de trabajo es un sindicato que no sirve para todo lo demás. Porque sin trabajo no discutís salario, ni convenio, ni nada. Y las cooperativas juegan un rol importantísimo en nuestra estrategia de defensa del empleo”.
Amichetti es el heredero de una tradición sindical que continúa a quien fuera el mítico titular de la CGT de los Argentinos, Raymundo Ongaro. Y lo primero que hace es enmarcar la lucha de las cooperativas y las ERT en esa tradición: “En nuestro gremio primó siempre la idea de que por sobre todo está el trabajo. Y las formas de trabajo pueden ser en relación de dependencia o autogestionaria. Nosotros no vemos al sindicato como una organización que defiende derechos de trabajadores en relación de dependencia, sino que defiende la dignidad del trabajador en todo sentido. Que comienza, por supuesto, con la dignidad en el trabajo pero se proyecta también hacia la salud, la educación, la capacitación. La tradición es muy profunda: esta es una organización que nace como mutual no como sindicato. La Sociedad Tipográfica Bonaerense, que tiene como principios enaltecer el oficiográfico y practicar la ayuda mutua, fue fundada el 25 de mayo de 1857; este año cumplimos 160 años. Pero en 1862, al poco tiempo de fundada, se plantea como bandera la emancipación social de los trabajadores. Con lo cual está planteando la idea de terminar con el concepto de explotación. En el fondo estaba la idea de que el trabajador debería liberarse de ser asalariado para construir una sociedad más solidaria. Esto se proyecta en el tiempo y, en los ’60, cuando la Federación Gráfica conduce la CGT de los Argentinos, se parte del sindicalismo de liberación que dice que la lucha de los trabajadores es para alcanzar la justicia social y la justicia social no se alcanza plenamente si no tenemos un país libre que pueda decidir su política económica con libertad. En ese contexto, el tema de los trabajadores cooperativos se incorpora como cosa natural. Las llamamos nuevas relaciones de producción porque rompen con el esquema tradicional del trabajador en relación de dependencia. Tuvimos esa primera experiencia de Cogtal en 1957 (ver aparte) que sobre la base de un grupo que cerraba que era la cadena LEA de medios periodísticos y había un taller gráfico, los compañeros gráficos que eran en ese momento más de 200, presentaron la propuesta de salvar por lo menos la división gráfica.”
–El sindicato ¿apoyó eso como parte de una estrategia momentánea o lo incorporó como política?
–Cogtal marca en el gremio una experiencia que 60 años después seguimos poniendo como ejemplo: contabilicemos cuantas empresas tradicionales vivieron 60 años atravesando crisis económicas y golpes de Estado. La cooperativa sigue en pie, con problemas y dificultades, pero demuestra que hay una manera de hacer caminar una empresa, que no es la tradicional, y eso es lo que nosotros incorporamos como política, como herramienta. En los ’90, con una política de destrucción del empleo muy similar a la actual, demostrábamos a los trabajadores que se podía seguir trabajando pese a que los patrones vaciaran y especularan. Esto, fomentado e impulsado por el sindicato permitió que se fueran encadenando una cantidad de empresas recuperadas por los trabajadores. Si tomamos las que hay en capital y en otros lugares del país, son más de 30 cooperativas. Esos compañeros están insertos como estuvo siempre Cogtal en la organización, son trabajadores como todos los demás y sus familiares están en la Obra Social. En este momento debe haber 500 cooperativistas en la Obra Social, que con los grupos familiares forman unas 1200 personas. Hacen aportes como cooperativistas. Desde el sindicato fomentamos que se unan las cooperativas. La idea de la Red Grafica Cooperativa parte de eso: hacerse fuertes a partir de las cosas en común. Empezamos promoviendo que compraran materia prima en conjunto para abaratar costos, hicimos un relevamiento de toda la capacidad que hay dentro de esa gran diversidad, las tecnologías, para complementarse. Así, si una empresa toma un trabajo y no puede cumplirlo, que se asocie con otra que sí puede hacerlo.
-Hay varias cuestiones estatutarias que manejan algunos sindicatos para que los trabajadores cooperativos no se incorporen. ¿Qué modificación del estatuto tuvieron que hacer ustedes?
-Nosotros no tenemos un artículo que incluye expresamente a los cooperativistas, pero no tenemos nada que lo impide. Por lo tanto, ese trabajador hace un aporte normal de la cuota sindical de su retiro mensual de la cooperativa. Y en el caso de la Obra Social, podría ser que alguno diga que el aporte tiene que ver con el aporte patronal. Nosotros establecimos un acuerdo con la Obra Social y las cooperativas, un aporte fijo.
–¿Sucede que haya empresas cuyos trabajadores no tenían relación con el sindicato y empiezan a tenerla a partir del vaciamiento patronal?
–Claro. En los lugares donde no había organización, en el momento crítico que el empresario se borra, la propuesta del sindicato es siempre que tomemos la fábrica y empecemos el proceso de recuperación. Muchas veces ese es el origen de una relación con el sindicato más estrecha. En nuestro caso, hay más de 1500 pymes gráficas entre capital y GBA. Gran parte de ellas no están sindicalizadas, porque en la buena época hay muy buena relación entre el dueño y los empleados, en general trabajan juntos, son empresas familiares, creen que no necesitan sindicato. Pero sucedió muchas veces que compañeros que no tenían una actividad gremial se suman a la idea de recuperar la empresa cuando la cierran y toman contacto con el gremio a partir de esta experiencia. Recuperando el trabajo descubren un valor de la organización que no veían antes, porque tenían confianza en un patrón muy cercano.
Después lo que sucede a veces (nosotros no tuvimos muchos casos, pero a veces hay) son las empresas que empiezan a tener dificultades y quieren armar una cooperativa con los trabajadores. Eso es una cooperativa trucha, que por supuesto nosotros combatimos, porque es una forma de explotación encubierta que trata de evitarse los aportes patronales.
–Ese es uno de los argumentos que usan varios sindicatos para descartar de plano la idea: que las cooperativas encubren explotación.
–Sí, y hay que reconocer que hay rubros en los que es más frecuente eso. Pero eso no puede servir como argumento para que el sindicato no acepte ninguna cooperativa. Y menos si consideramos que a partir de la crisis ha crecido tanto la recuperación de empresas. Es un asunto lo suficientemente extendido como para no desconocerlo.
–Hay un proceso que se da habitualmente y es que el delegado capitanea el proceso de recuperación de la empresa, pero cuando se cooperativiza, el rol de delegado se diluye. ¿Cómo ven ustedes esto desde el sindicato?
–En general, si fueron delegados, tienen un compromiso de pertenencia con el sindicato, pese a que en la empresa ya no tienen esa función. Pero pasa mucho eso: el rol de delegado no tiene nada que ver con lo que pasa en la cooperativa. En algunos casos los ex delegados son presidentes de cooperativas y en esa gestión sufren un desgaste, en algunos casos se han ido de la cooperativa. Nosotros seguimos trabajando con esos compañeros porque hay una relación de ida y vuelta, son parte de una organización sindical. Pero es cierto que la cuestión no es lineal.Hubo casos en que en las cooperativas hubo dos listas y el compañero que fue determinante en el proceso de recuperación de la empresa perdió las elecciones. Pero no por fallar. A veces por exigir un compromiso mayor, o porque son nuevos escenarios que demandan otros liderazgos.
–¿Qué pasa con las reivindicaciones en las cooperativas? En general, el que plantea las necesidades de los trabajadores es el síndico. ¿Qué rol toma el sindicato cuando hay reclamos laborales en una cooperativa?
–Hay un Convenio Colectivo y nuestra pretensión es que ese marco sea el piso de las condiciones laborales. Y pretendemos que lo que se resuelve como salario en las paritarias sea también el piso de los ingresos de los trabajadores cooperativos. No siempre se puede lograr, porque algunas están en una crisis muy profunda que no permite una distribución así. En algunos casos, el sindicato –con la solidaridad del gremio– puede darles una ayuda para que salgan de un mal momento. Por ejemplo, ahora, con los tarifazos, hubo que ayudar a algunas cooperativas que quedaron al borde de no poder seguir trabajando. Cuando vienen períodos de crisis, la reivindicación más importante del sindicato son las fuentes de trabajo. Cuando fue la hiperinflación o cuando fue la crisis de los ’90, decíamos que luchar por la fuente de trabajo era una acción revolucionaria. Cuando la economía mejora, lo que planteamos es la participación en las ganancias. Pero un sindicato que no tenga una estrategia de defensa de las fuentes de trabajo es un sindicato que no sirve para todo lo demás. Porque sin trabajo no discutís salario, ni convenio, ni nada. Y las cooperativas juegan un rol importantísimo en esta estrategia de defensa del empleo. Incluso, muchas empresas que empiezan a tener dificultades, como se observa ahora, con la caída del consumo y la apertura de las importaciones, empiezan a pedir ajuste a los trabajadores pero no les dan participación para que vean los números, a ver cuán mal les va. Como no hay información, no podemos saber si la empresa se está ocupando en recuperar el mercado, si está cuidando a sus clientes o está preparando un vaciamiento. Nosotros tratamos de trasladar la experiencia de las cooperativas para anticipar el ciclo, para darle continuidad a esa fuente de trabajo ya sea desde una cooperativa o desde la relación de dependencia.
-¿Pueden los trabajadores cooperativos ser parte de la Comisión Directiva del gremio?
–Claro. Lo son. Hay muchos trabajadores cooperativos que integran las listas del sindicato. Las cooperativas son un sector político muy importante en el gremio. Hicimos una movilización muy fuerte con otros gremios que tienen cooperativas en contra de los tarifazos. La campaña contra la importación de libros la hicimos con las cooperativas y con otros gremios vinculados a la industria del libro. Con gran esfuerzo habíamos llegado al 80% de producción nacional de libros y el 20% era extranjero. En 2014 fue récord: hubo 128 millones de libros producidos en Argentina. Habíamos pasado de 35 millones en 2003, es decir, de un libro por persona a tres libros y medio por habitante diez años después. El año pasado con un cambio en las reglas del juego (el Estado dejó de comprar y distribuir libros) se cayó el consumo y se abrieron las importaciones. Entonces tuvimos una producción de 62 millones y sólo el 30% nacional. En la otra etapa peleábamos la participación de las cooperativas en esa producción del Estado. Le pedíamos al gobierno que no negocien solo con las editoriales, queríamos que las cooperativas tuvieran un cupo de esa producción, porque son trabajadores que recuperaron una empresa nacional, hay que usar los recursos del Estado para favorecerlos.
–¿Qué resultados tuvo esa campaña?
–Y, costó, costó mucho. Por eso digo, incluso con gobiernos a favor, si no se ve al sector cooperativo como un sector económico, cuesta mucho. Nosotros desde el principio decíamos que no es sólo salvar una fuente de trabajo, sino que con una buena experiencia en el sector cooperativo pidamos trasladar esto a la economía: si hay una economía mixta, en la que hay un sector privado, un sector estatal, tiene que haber un sector de propiedad social. Insistimos con eso que las cooperativas son el principio: el nivel más elevado es que sea propiedad social, no sólo del cooperativista. Sostenemos que el Estado debería planificar previendo que ese sector contribuya a una economía más sólida que no esté en manos de monopolios ni oligopolios. Tenemos la experiencia de una empresa recuperada que hace envases. Se trata de un sector que incide en muchos productos como el sector alimenticio o de limpieza que son formadores de precios y que están en manos de oligopolios. Decíamos que el ser apoyada por el Estado tiene dificultades con esos oligopolios, puede pensarse como una herramienta para negociar con esos sectores. No es sólo salvar las fuentes de trabajo, es incidir en la política económica.
–Semanas atrás hubo una reunión en el BAUEN de la que participó la Federación Grafica para plantear la necesidad de unirse frente al avance del neoliberalismo. ¿Qué posición tienen sobre esa unidad?
–Sostenemos que está vigente la idea del sindicalismo de liberación, desde los programas de La Falda y de Huerta Grande, el sindicalismo que defiende un proyecto de país. Hoy lo tratamos de llevar adelante con la Corriente Federal de Trabajadores, cuyo documento tiene 26 puntos. Si uno los revisa, tienen una propuesta para la deuda externa, una posición respecto al sistema financiero, a la necesidad de una reforma tributaria, la integración latinoamericana, y tiene varios puntos que tocan al cooperativismo como parte del programa del movimiento obrero, porque lo entendemos como un sector económico. También debatimos este programa con los sectores como CNCT y el Frente Milagro Sala, que trabajan con cooperativas. Se están sumando a debatir ese programa bajo la consigna de que la lucha por el cooperativismo no es la misma si se plantea desde el sector que si está inserta con otros sectores como el sindicalismo en un programa de defensa de la industria nacional. Esa es la cuestión, ¿para qué pelearíamos por el cooperativismo si no hay industria nacional? Eso también lo debatimos en la CGT: ¿para qué sirve la unidad si no es tras un programa? El neoliberalismo ha penetrado las organizaciones sindicales y ha ganado terreno: la gente simplifica y dice que los sindicalistas son burócratas. Es más complejo: las concepciones sindicales con las que debatimos nosotros están cooptadas por las ideas corporativas. En el programa de la Corriente Federal dice, por ejemplo, que la cuestión energética demanda que el Estado vuelva a involucrarse porque los servicios públicos son derechos humanos y no puede desentenderse. Pero hay concepciones del sindicalismo que ya son parte de las corporaciones porque dicen “si no se actualizan las tarifas, la empresa no puede invertir”, piensan con la lógica de las empresas que son multinacionales y con ellas el sindicato consigue buenos convenios y desde ahí te justifican el tarifazo. La idea de que la suerte del trabajador va de la mano con las inversiones confronta con el modelo de país que impulsó siempre el sindicalismo de liberación. Defender a los trabajadores tiene otras variantes que no es negociar, sino luchar. Cuando nació la CGT de los Argentinos fue porque había un sector sindical que negociaba con Onganía. Decían “vamos a negociar para ver que le podemos sacar a la dictadura, vamos a sacar más cosas negociando que confrontando”. El hecho de que tengas enfrente un proyecto que no te contempla, que te excluye, un proyecto para el cual estorbás, determina que no hay nada que negociar. Hay que confrontar con un proyecto de país. Nosotros estamos en contra de que se endeude al país, porque son recursos que nos complican más que ayudarnos, estamos en contra de un sistema financiero que priorice la bicicleta financiera. Estamos en contra de que las empresas tengan libre disponibilidad de utilidades. ¿Qué vas a sacar de esa negociación?