Guyana francesa-Amapá: la resistencia pan-amazónica a la COVID-19
La unión de sindicatos y militantes a ambos lados de la frontera que divide a la Guyana Francesa del estado brasileño de Amapá para enfrentar las consecuencias que la pandemia de Covid-19 llevó a esas abandonadas regiones amazónicas es una poco conocida e importante experiencia de solidaridad internacional. En este artículo, Alexandra Cretté y Samuel Tracol, activistas de los sindicatos docentes de la Guyana Francesa, nos cuentan de primera mano la situación.
La zona fronteriza a ambos lados del río Oyapoque es hoy uno de los centros más dinámicos de la epidemia mundial, que ha afectado duramente a América del Sur y, en primer lugar, a la cuenca del Amazonas.
Los servicios públicos, en estado de avanzada degradación, no pueden hacer frente a las múltiples crisis que se superponen en la región: epidemia a gran escala, crisis de subsistencia, aislamiento de las comunidades autóctonas. La crisis sanitaria acentúa y destaca la violencia de las políticas liberales y neocoloniales puestas en acción en todo el planeta, y con particular agudeza en nuestros territorios, descuidados y despreciados desde largo tiempo. Situados en las fronteras de los grandes complejos políticos, lejos de los centros de toma de decisiones, los pueblos amazónicos quedan relegados a los márgenes del acceso a los derechos fundamentales. Para los habitantes de la cuenca del Oyapoque, esta verdadera postergación se expresa de manera muy concreta en este período de epidemia: déficit masivo de equipos médicos, de médicos de hospitales, entregas caóticas e insuficientes de equipos de protección personal, imposibilidad de educación a distancia y, por lo tanto, el fin de la educación para los niños, absoluta falencia en considerar las especificidades territoriales para el establecimiento de una estrategia para combatir la pandemia…
Encerrados en su ideología liberal macabra, los gobiernos de Bolsonaro y Macron y los de sus predecesores son directamente responsables de esta situación de crisis aguda. Hoy, el estado de Amapá, en la frontera con Guyana, tiene una tasa de contagios de Covid más alta que la registrada en Lombardía, tan duramente golpeada. A medida que el territorio francés sale gradualmente de la situación epidémica, Guyana registra más casos todos los días, mientras que las máscaras continúan faltando, casi tres meses después del comienzo de la pandemia. Enfrentados a la impericia de los gobiernos, los pueblos amazónicos deben su supervivencia solo a su autoorganización. Comprometidos desde mayo de 2019 en la cooperación a largo plazo, los trabajadores de la educación de Guyana y Brasil están construyendo una respuesta militante a esta crisis al participar en la creación de un frente binacional contra el Covid, que reúne a asociaciones, políticos, movimientos indígenas, médicos y sociedad civil. Mientras el virus circula libremente en ambos lados de la frontera, mientras que el manejo nacional de la epidemia en cada uno de los Estados ha llevado a la catástrofe que conocemos, solo una respuesta nos parece razonable: ¡solidaridad internacional!
Para nuestra acción, deseamos en primer lugar prepararnos para las emergencias. En este sentido, los trabajadores de la educación guyaneses lanzaron una operación solidaria para ayudar a sus colegas brasileños. Proponemos una plataforma de reivindicación muy concreta: hospital de campaña en la frontera y establecimiento de una zona de salud internacional en el Oyapoque. También deseamos trazar las líneas de las luchas a largo plazo: el Hospital Internacional Oyapoque, una ciudad escolar verdaderamente internacional en Saint-Georges de l’Oyapock. Para no seguir siendo extranjeros en nuestra propia tierra, afirmamos con fuerza el siguiente principio: el Amazonas será construido por y para los amazónicos.
Una cooperación militante estructurada: rodear el Mayouri Santé Guyane y la Cuarentena de Lucha de Amapá
Habiendo tocado primero a Brasil la pandemia, es en Amapá donde se estructura la pelea en primer lugar. Llegando rápidamente a 160 personas muertas y 2.000 que dieron positivo para COVID 19, el estado se vio muy afectado. Una situación grave frente a la que las autoridades públicas reaccionaron al principio con mínimas medidas: la apertura de cinco centros anti-Covid en todo el estado, pero con muy pocos recursos humanos y materiales asignados a estas estructuras.
Esta falta de política pública para la cuestión sanitaria ha llevado al movimiento social amapaense a unirse rápidamente y estructurarse para compensar las deficiencias de las políticas oficiales. Así nació la plataforma unitaria “Quarentena de luta”, que reunió a casi todas las organizaciones sindicales, asociaciones y representantes electos de la oposición. De esta unión nacerá una primera victoria, la de la reapertura parcial del hospital universitario de Macapá, la capital del estado. A medida que pasa el tiempo, la resistencia se organiza en el territorio y se adapta a una “interiorización de la pandemia”, es decir, la evolución de la pandemia hacia territorios remotos e inaccesibles, fuera de los centros urbanos: el valle del Oyapoque es un ejemplo. Sobre la base de la doble observación del fracaso de las políticas federales y la capacidad de la epidemia de llegar a las comunidades humanas más frágiles, la solidaridad de clase y la cooperación internacional se han vuelto esenciales.
En la Guyana, la situación se deteriora desde mediados de mayo, debido a una gestión negligente de la crisis por el COVID 19. La Guyana entró a la etapa de confinamiento al mismo tiempo que la Francia continental, cuando la crisis estaba en su apogeo en Europa, pero se abrió en el momento de la explosión del virus en América del Sur. Una incoherencia que refleja la gestión todavía colonial y desde afuera del territorio. Médicamente mal equipada en comparación con el territorio nacional, debilitada en el mantenimiento y el desarrollo de sus servicios públicos (tres hospitales en el territorio, ningún Hospital Universitario), la Guyana se ha visto atrapada durante dos semanas en la vorágine de la pandemia, sin poder obtener los medios materiales que necesita. Las organizaciones sindicales locales, las asociaciones y los funcionarios electos se han organizado en el Mayouri Santé Guyane, una estructura que reúne a tantas organizaciones como sea posible para organizar la resistencia local a la pandemia y construir un frente de demandas frente al Estado francés. Se han solicitado equipos de salud, máscaras, tests, hospitales de campaña, todos los medios necesarios para poder enfrentar una pandemia que amenaza violentamente a la población más pobre (50% de la población en Guyana vive por debajo del umbral de pobreza).
Por lo tanto, organizamos nuestra cooperación en torno a la conexión de estas dos estructuras en lucha, y gradualmente involucramos a más sindicatos, representantes de pueblos indígenas y líderes políticos en la dinámica de la cooperación internacional de nuestras organizaciones.
La cooperación entre nuestros dos territorios es esencial para coordinar redes de resistencia. Casi en todas partes esta crisis de salud está evolucionando hacia una crisis de subsistencia. Las personas que viven de la economía informal en los márgenes del capitalismo oficial son las primeras afectadas: precarias en sus ingresos, sus viviendas, su acceso a cualquier tipo de atención, están en primera línea, a menudo víctimas anónimas. Debemos crear la solidaridad y la eficacia colectiva para poder satisfacer las necesidades de todos y de todas. Organizar la distribución de materiales sanitarios, pero también actuar de manera que se pueda garantizar una distribución justa de los alimentos y el acceso a la vivienda durante estos tiempos inciertos.
En las profundidades de la selva, en los yacimientos ilegales de oro, ¿cuántas muertes anónimas ya hay?
En las profundidades de la selva, en las aldeas de los pueblos indígenas, ¿cuántas muertes habrá que ningún Estado contará?
Los pueblos autóctonos frente a la COVID-19
Dos meses después del primer caso de covid-19 en el estado de Amapá, 71 amerindios fueron declarados positivos. Lamentamos por el momento una muerte en la comunidad indígena del estado de Nordeste, y una muerte en la comunidad amerindia de Guyana, un habitante de la aldea Cecilia (Matoury).
La propagación del virus en las comunidades amerindias preocupa a las autoridades locales de Amapá y a las autoridades tradicionales de la Guyana. Ninguno de los municipios donde viven los nativos tiene unidades de cuidados intensivos o respiradores. Además, dado que las comunidades indígenas están mayormente lejos de los centros urbanos, sus miembros tienen que viajar a las ciudades vecinas en busca de servicios básicos, por lo que corren el riesgo de infectarse. El gobierno de Amapá decidió aplicar 500 tests rápidos en las comunidades indígenas de Kumarumã, Manga y Kumenê, y en Oiapoque, en la frontera con Saint-Georges. “Vamos a iniciar el protocolo terapéutico para evitar el agravamiento de los casos positivos. El objetivo es frenar la propagación del virus en estas comunidades indígenas”, dijo el gobernador de Amapá Waldez Góes.
En Guyana, las autoridades tradicionales denuncian la ausencia de diálogo: el prefecto no comunica ninguna información al Consejo Tradicional, una de las instancias oficiales responsables del funcionamiento de la Colectividad Territorial de Guyana. En los municipios del interior y los pueblos vecinos de las aglomeraciones, el acceso al agua es problemático. En el contexto de la pandemia de COVID19, esta presencia de agua potable se vuelve crucial para mantener la higiene y las estrictas condiciones básicas para protegerse contra la pandemia.
La llegada del virus a tierras indígenas también ha generado preocupación entre los fiscales de la Fiscalía Federal (MPF) en Brasil. El abogado de MPF Alexandre Guimarães dijo que la justicia está considerando una solicitud para que el gobierno de Amapá y el gobierno federal de Brasil tomen medidas para evitar que los indios abandonen las comunidades indígenas, dejándolos, en el estado actual del servicio de salud estatal, sin recursos ante la pandemia.
Solo la capital del estado, Macapá, tiene un hospital con un servicio dedicado al coronavirus. Recordemos que, en todo Amapá, nos acercamos a los 11000 casos confirmados con más de 240 muertes¹.
Testimonio de Keila Iaparra:
Aldeia Kumenê, Terra Indígena Uaçá, Oiapoque, Amapá, Brasil – 21 de mayo de 2020.
“Soy Keila Felício Iaparrá, del pueblo Palikur-Arukwayene. Tengo 20 años, vivo en la aldea de Kumenê, también vivo en la ciudad de Oiapoque, estoy en la universidad, soy parte de la promoción 2019 del curso de licencia intercultural indígena. Hoy estoy en el pueblo para aislarme. En medio de esta pandemia de Covid-19, tuve que parar las actividades que estaba haciendo en la Universidad. Estoy bien en mi pueblo, pero todavía estoy buscando información sobre esta enfermedad que me preocupa mucho. En esos días, no podía estudiar. No tenemos internet ni electricidad las 24 horas del día, por lo que es muy difícil comunicarme con mi tutora, porque participo en el programa de educación tutorial (PET) – Conexión de conocimientos. La internet en el pueblo cuando llueve no funciona y, como llueve todos los días, nos falta internet. Cuando la internet funciona, solo podemos acceder en la escuela del pueblo, donde muchas personas vienen a hablar con sus familiares que viven lejos. Como resultado, la aglomeración finalmente ocurre, es muy riesgoso salir e ir allí todos los días. Fui a los campos y ayudé a mi familia a hacer harina de mandioca porque no podemos prescindir de ella. Fue difícil ir a la ciudad para retirar dinero para ir de compras, pero hay que hacer harina para que no nos falte. Espero que esta enfermedad no llegue aquí, porque el centro de salud no tiene el equipo adecuado en caso de que ocurra, y no hay forma de saber si ya está entre nosotros, porque no hay tests para hacer si hay un caso sospechoso. Echo de menos poder ir a la ciudad y ser libre, aquí mismo en el pueblo, sin este temor de contraer esta enfermedad. Extraño poder ir a la universidad y hacer actividades normalmente con mis amigos y colegas de PET, me falta el apoyo, la motivación y la complicidad de cada uno de ellos. Cuando termine, quiero volver a verlos a todos, que todos podamos estar juntos de nuevo y tener a nuestra tutora y amiga con nosotros en la Universidad”.
Los pueblos indígenas, fundadores y fundamentales de la Amazonía, debilitados por siglos de opresión y violencia, deben ser objeto de una solidaridad especial. Hacemos nuestras sus luchas. Su voz ya es alta y clara: nuestro frente binacional está destinado a ser la caja de resonancia de un movimiento que creemos que es central y esencial. Tenemos el siguiente compromiso: camaradas originarios, nuestro compromiso a su lado es incondicional.
Violencia contra las mujeres: el caso Karina, una movilización más allá de las fronteras.
Un femicidio mediatizado: dos muertes sobre las espaldas de un mismo hombre
Karina Antunes Gama de Souza, una joven franco-brasileña, tenía poco más de 20 años. Su perfil de Facebook ahora se llama Justicia para Karina²: la joven fue asesinada el 12 en mayo pasado, con tres meses de embarazo. Su cuerpo fue encontrado carbonizado, tres días después de su muerte, cuyo origen se desconoce actualmente, en un arroyo cerca de la aldea de Cacao en Guyana. Los primeros elementos de la investigación y la autopsia confirmaron la identidad de la víctima. Por los restos peritados y efectos personales quemados, encontrados cerca de la escena macabra, identificaron a la joven.
Por el momento, nada más se ha filtrado de la investigación actual.
Pero este caso recuerda a otro, hace diez años, concerniente al mismo hombre, el cónyuge de Karina… En las redes sociales, varios comentarios comienzan a atribuir este crimen a su pareja, quien, según los informes, informó de la desaparición de la joven a la gendarmería. Este asesinato está, según los mensajes publicados por familiares de la víctima, vinculado a otro caso similar.
De hecho, hace diez años, otra joven de origen brasileño, Camila, también fue encontrada muerta. Y acompañaron el caso acusaciones al hombre que hoy también alimentan a los medios, tanto en Guyana como en Brasil. “Estuvo metido en la causa”, dijo Jérôme Gay, del colegio de abogados de Guyana.
El juicio se detuvo en la apelación. El doctor Jérôme Gay, quien defiende hoy los intereses de Karina y su madre, por quienes muchos usuarios de Internet también sienten una gran compasión y envían mensajes de apoyo, también defendió los intereses de Camila en su momento.
Cuando Karina se enteró de que su compañero había sido acusado de asesinato, este la obligó a eliminar todas sus redes sociales y ya no tenía acceso a su teléfono celular. La obligó a mantenerse alejada de su familia, para que no pudiera revelar los hechos.
Este hombre se ha convertido en el símbolo de la disfunción de la justicia: proveniente de una familia muy rica, fue protegido de las consecuencias de sus actos hace diez años y hoy huyó a la Francia continental, lejos de las amenazas y la venganza de la opinión popular.
El caso de Karina es un escándalo que explota en pleno confinamiento total en Guyana y Amapá, señalando el fenómeno de la violencia que sufren las mujeres y el de la justicia de dos velocidades, protegiendo a los ricos, abrumadora para los débiles y los oprimidos
Se le dedicó una marcha blanca el 4 de junio, reuniendo a todos aquellos que quieren poner fin a la violencia del patriarcado.
El coronavirus y el aumento de las violencias conyugales en la Guyana
En Guyana, las mujeres tienen la tasa de desempleo más alta de Francia: 39.30% en 2014. La brecha salarial en detrimento de las mujeres es de 11,3%. La cuarentena y la crisis sanitaria han tenido consecuencias dramáticas para muchas mujeres. El Procurador de la República habla de una situación extremadamente preocupante. Para estos meses de marzo, abril y mayo de 2020, los procesamientos por violencia doméstica se duplicaron. Hubo 80 el año pasado, ahora estamos en 180 procesamientos.
La misma preocupación tienen las asociaciones de la Guyana. La organización Árbre Fromager (asociación local para la protección de los derechos de las mujeres) recibió llamadas de mujeres que nunca antes la habían contactado. 88 mujeres pidieron ayuda por haber sido confinadas con un cónyuge abusivo. La asociación tuvo que organizar evacuaciones de mujeres víctimas de violencia doméstica. 22 mujeres y 34 niños fueron alojados en un hotel por seguridad. Lesley Porte, directora del Árbol Fromager, explica: “Recibimos personas de Maripa-Soula, Saint-Laurent, Saint-Georges, Macouria. Trajimos a las mujeres con taxis porque no había más camionetas³. El objetivo era ponerlas a salvo, conseguir el tiempo para llevar a cabo el proceso penal y encontrar autonomía para poder avanzar”.
Las crisis en las parejas durante este encierro fueron mucho más graves y mucho más frecuentes que antes y casi permanentes. La fiscalía pidió a los gendarmes y a la policía que aceleren los procedimientos, que adapten los dispositivos para obtener la respuesta más rápida posible a fin de separar rápidamente al agresor de su víctima.
Pero los dramas todavía siguen en Guyana.
Recientemente, otra joven de 29 años fue asesinada por el padre de su hijo de 3 años en la ciudad de Matoury, en el barrio de Cogneau-Lamirande.
También nuestras organizaciones sindicales, FSU, SUD Éducation y SINDUFAP, denuncian y luchan contra todas las formas de dominación. El sexismo, la violencia contra las mujeres y la discriminación contra las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero son opresiones por las que debemos luchar junto a las víctimas.
Las mujeres, ya sea en Brasil, la Guyana y en todo el mundo, no tienen que sufrir la opresión patriarcal permitida y alimentada por las elecciones políticas de nuestros gobernantes. Este sistema impone la dominación masculina sobre las mujeres en términos sociales, familiares, sexuales y legales.
Son las primeras víctimas de explotación y pueden ser forzadas a la prostitución, el narcotráfico como mulas, a la privación de sus derechos.
En nuestros territorios de sufrimiento, aislados y caracterizados por desigualdades evidentes, el aislamiento en los dos lados del Oyapoque agrava las disfunciones de nuestras sociedades y aumenta las desigualdades de clase y género.
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Nuestra región está así en camino a entrar a una dinámica de lucha, a la vez por la supervivencia y el acceso a los sueños, pero también contra la negligencia de los políticos liberales que son responsables y culpables de llevar a la ruina a los servicios públicos, del bajo número del personal sanitario, de instituciones judiciales y sociales incapaces de hacer frente a los problemas, de políticas públicas que niegan la realidad de la pandemia (discurso negacionista de Bolsonaro y desajustes coloniales en la Guyana).
A medida que se desarrolla la pandemia en el espacio amazónico, vemos cómo, en todos lados, nuestra situación es indiferente a los poseedores del capital.
En el centro de los intereses de la minería y el petróleo, en el corazón de los problemas ambientales globales mediatizados, la Amazonia bajo COVID 19 no parece siquiera estar poblada, nuestros pueblos no existen.
Organizamos la resistencia para tomar en nuestras manos lo que nuestros Estados nos niegan: la vida, la dignidad y la voluntad de construir un mundo justo.
Lloramos a nuestros enfermos y nuestros muertos. Sacamos de estas semanas de angustia y duelo una energía insaciable que se centra por completo en construir un frente de clase. Neruda dijo del conquistador que “dividió la geografía/estableciendo márgenes hostiles, runas de desolada sombra ciega”4. A través de la solidaridad de clase y el internacionalismo, nos inscribimos en la historia de las luchas aquí y en otros lugares, de aquellos que aspiran a hacer “la unidad en la vida de los hombres”.
1. Al día 13 de julio, la cifra ya se eleva a 31550 casos y 478 muertes.
2. Un sitio creado, se explica en la página de inicio, para luchar contra el femicidio y para que se haga justicia.
3. En el original “taxicos”, taxis colectivos (N. del T.).
4. Pablo Neruda, “Canto general”.