Algunas hipótesis rápidas sobre el momento Milei de la Argentina
Andrés Ruggeri
Sabemos que predecir los hechos sociales es bastante difícil y con grandes riesgos de equivocarse. Más aún cuando este gobierno es un fenómeno bastante nuevo y diferente a otros períodos antipopulares, aunque tenga elementos de la dictadura, de la Libertadora, de Menem y de Macri. No es igual y el pueblo tampoco es igual. Hecha esta obvia salvedad, creo que hay que distinguir, por un lado, las medidas que está implementando o intentando aplicar y sus efectos sobre los distintos sectores sociales y, por otro, distinguir el contexto social que hizo posible este momento político (es decir, las transformaciones estructurales de la sociedad capitalista contemporánea que afectan básicamente al mundo del trabajo[1]), del proyecto que se quiere imponer.
La base electoral de Milei es heterogénea pero la podemos dividir en dos grandes grupos: 1) el votante original, el del 30% propio, esa mezcla explosiva de pibes Rappi, “copitos” sueltos, tacheros y comerciantes de poca monta y fachos recalcitrantes y, 2) gorilas prestados por el macrismo (sectores medio y medio altos de mayor poder adquisitivo promedio que los anteriores y antiperonistas). El impacto de sus políticas no va a ser igual para cada subconjunto.
Las políticas de estos tipos (autodefinidos libertarios) se pueden diferenciar a tres bandas: 1) las de corto plazo, monetaristas y ajustadoras que licuan salarios y aumentan tarifas, más el endeudamiento y la apertura de importaciones. Se trata del típico ajuste neoliberal pero con brutalidad mayúscula. Eso va a golpear directamente a los laburantes y sectores medios de bajos ingresos, es decir sus propios votantes (y la mayoría de los nuestros), por la licuación de ingresos y la desocupación. Son las cosas que implican transferencia de ingresos inmediatos a los timberos y capitales concentrados, la especialidad de Luis Caputo y que va a provocar la pérdida del apoyo popular. El problema es ¿en cuánto tiempo?
Al mismo momento, son medidas reversibles por un nuevo gobierno con cierta facilidad (en el sentido que lo estructural no es esto, si bien el daño será enorme), aunque no se repare el deterioro concreto mientras duren. 2) medidas que destruyen la forma de vida de la clase media. Esto es lo más extraño y novedoso: por ideología de mercado atacan todas las regulaciones y se enfrentan con todos los sectores que no sean el gran capital, desde los farmacéuticos hasta los inquilinos, los libreros y un enorme etc. Es altamente posible que los efectos de esto, en un plazo quizá más corto que el punto anterior, le quite el apoyo de los sectores medios. 3) las medidas estructurales que buscan acabar con la capacidad de gestión del Estado y hasta la propia independencia del país. Estas (la mayor parte de la ley ómnibus) son las que los votantes de La Libertad Avanza no van a percibir hasta que sea muy tarde. Al mismo tiempo, son las que “la política/casta” debería frenar. La paradoja es que lo de más largo plazo es lo que se puede parar en el Congreso, mientras que las políticas de ajuste más clásicas que hacen con los resortes del ejecutivo no, pero es lo que debería romper el apoyo de la base.
Mi impresión es que los tiempos son cortos y largos al mismo tiempo. En el corto plazo hay que frenar lo del largo, pero las medidas que afectan rápido el nivel de vida son las que le pueden modficar el nivel de apoyo. El 45% que no votó a Milei es mucho más firme que el 56 % de ellos, en ese sentido. Lo que va a ir haciendo (lo está haciendo) es ir cambiando su base de apoyo, mientras se despega (porque los ataca como parte inevitable e inexorable de su política) de sus electores, se acerca al poder económico concentrado. A medida que se vaya desarrollando ese cambio de base de sustentación, van a ir girando cada vez más a un modelo autoritario o dictatorial. Eso si no provocan una explosión social y política que se los lleve puestos antes, que también es posible.
Por último, van quedando más claro algunas características que hacen al momento político de la Argentina (“el momento Milei”) de un gran interés más allá de nuestras fronteras.
Todo indica que estamos ante un experimento de laboratorio de un gobierno de las corporaciones transnacionales, con participación minoritario de los grupos concentrados de origen nacional. El Estado aparece solo como garante autoritario de una sociedad en que las regulaciones las pone el mercado y, por supuesto, el capital corporativo ultraconcentrado, con una fuerza y una capacidad nunca vistas gracias al aceleramiento de las posibilidades tecnológicas que la pandemia puso en manos del capital corporativo. En este sentido, la afinidad con otras expresiones de la ultraderecha, especialmente las europeas, reside en aspectos secundarios, de rechazo al progresismo y a la izquierda y otras taras del pensamiento de derecha. Pero no hcomparten esta característica experimental de ser sujeto de un modelo de capitalismo ultraliberal y corporativo, a la medida de los megamillonarios que no solo quieren ser la elite social sino una nueva capa de aristócratas del capital a los que las formas ya no democráticas, sino simplemente republicanas, les parecen estorbos. En nuestro país, Galperín (y no Rocca) es el ejemplo más claro de esa ambición y el más abiertamente mileista.
Frente a esto, hay mucha confusión entre las organizaciones políticas y sociales, en gran parte porque está nueva ultraderecha logró apoyo popular. Lo que no se termina de asumir es que si logró ese apoyo (que posiblemente será breve, a medida que empeoren las condiciones de vida) es porque la izquierda y los movimientos populares abandonaron cualquier proyecto serio de transformación y se acomodaron a administrar lo existente. Y el segundo punto es que no se termina de tomar conciencia de lo que representa este proyecto en las líneas que planteo más arriba. Hace falta pensar, investigar y luchar, todo junto, y el tiempo es poco. Si Milei consigue imponerse va a ser un modelo para seguir en muchos otros países, una vanguardia de la distopía. La lucha solamente en Argentina no alcanza, pero en estos momentos, se está librando aquí un capítulo quizá tan importante para el equilibrio y desequilibrio mundial como otras zonas en que se están dando conflictos mucho más calientes y cruentos. Por eso tenemos, como pueblo, una responsabilidad enorme.
Fotos: Mariano Campetella