Thursday Apr 25, 2024

Montes de Oca: “La cooperativa fue la forma de no abandonar la lucha”

Por Andrés Ruggeri y Diego Kenis

Recuperamos activos, ¿y luego qué? Armemos una cooperativa”. Así recuerda Humberto Montes de Oca el momento en que la privatización de Luz y Fuerza del Centro, que por un siglo brindó energía eléctrica a la ciudad de México, los dejó fuera de sus puestos de trabajo. La pelea sindical y la defensa de lo público encontraron en la autogestión una salida para continuar la lucha.

Humberto Montes de Oca es parte de la dirección del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), donde ejerce como secretario del Exterior. Se trata del sindicato más atacado por el neoliberalismo mexicano, en especial desde que, en el año 2009, el presidente Felipe Calderón decretó la “extinción” de la empresa estatal de energía que abastecía a la Ciudad de México, Luz y Fuerza del Centro, y mandó a la policía y al ejército a ocupar la sede gremial y los centros de trabajo de la empresa. El SME, caracterizado por sus posturas antineoliberales y combativas, recibió un revés demoledor: sus 44.000 afiliados se quedaban sin empleo de golpe. Comenzó una dura lucha con manifestaciones, plantones y huelga de hambre. Sin embargo, la necesidad y las siempre incumplidas ofertas de suculentas indemnizaciones hicieron que más de la mitad de los trabajadores aceptara sus liquidaciones. La resistencia duró cerca de siete años, hasta que hacia el final del mandato de Enrique Peña Nieto se logró un acuerdo por el que se le cedió al SME, a través de la formación de una cooperativa, la posibilidad de explotación eléctrica a modo de compensación. Actualmente, el sindicato agrupa a unos 14.600 trabajadores que, hace cuatro años, tomaron la decisión de comenzar a transitar la experiencia autogestionaria para defender sus puestos de trabajo.

“Esta lucha comienza en 2009, cuando se acuerda en asamblea echar abajo el decreto de extinción de la empresa -dice Montes de Oca en diálogo con Autogestión-. Son los meses más intensos. En ese primer momento, el objetivo era regresar a Luz y Fuerza”.

-Es el primer escenario que se da casi siempre: la lucha por la reapertura de la empresa.

-Claro. Esa etapa concluye cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación le da legalidad al decreto. Nosotros objetábamos que el presidente se había excedido en sus funciones, que no tenía potestad para extinguir un organismo público que fue creado por el Poder Legislativo. Entendíamos que el decreto no estaba fundado y que no fue bien aplicado, pero cuando la Corte dice que es legal, prácticamente entierra a Luz y Fuerza del Centro. A partir de allí, la Junta Federal de Conciliación, que trata los conflictos sobre las patronales, indica que ya no había contrato colectivo de trabajo y anticipa, aun cuando no era la litis del conflicto, que no había patrón sustituto. Y entonces comienza una segunda etapa: ya no podíamos regresar a Luz y Fuerza, por lo que peleamos por un patrón sustituto: la Comisión Federal de Electricidad. Y, de hecho, ganamos. En septiembre de 2012, un tribunal dijo que los trabajadores teníamos ese derecho. Todos los que no nos habíamos liquidado tuvimos que ser incorporados a la Comisión. Incluso, el tribunal decía que debían pagarnos los salarios caídos de 2009 a 2012, pero el entonces presidente saliente Felipe Calderón y el entrante Enrique Peña Nieto le solicitaron intervención a la Suprema Corte de Justicia para que revisara la sentencia. Fue otro golpe, el 30 de enero de 2013. El 4 de febrero hicimos una asamblea y el acuerdo fue no irnos a liquidar, desacatando la sentencia, interponer queja a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y buscar una salida política. Tras un mes de protestas y una caravana por el país, Peña Nieto nos llamó a platicar. Pero mientras estábamos peleando para abrir una mesa de negociación, ellos iniciaron una reforma energética. Para diciembre de 2013 ya la habían impuesto. Lo que empezamos negociando en un contexto jurídico y sectorial, donde la responsabilidad era del Estado, lo pasamos a negociar en un contexto donde la rectoría ya no estaba en el Estado. Entonces dijimos: no nos vamos a ir a liquidar. Y comenzó la negociación. ¿Qué pasa si les damos esta concesión para el uso y explotación de energía?  Nosotros: eso y más. ¿Qué pasa si me dejas los centros de trabajo que no son afectos a la prestación del servicio? Y así fue. Nos dijeron que no podíamos estar en el sector público. En el privado, nosotros teníamos que decir: dame la parte que corresponde a los trabajadores. Nos respondían: no tengo dinero. ¿Y cómo me vas a pagar? Dame una concesión, dame las fábricas. Se fue armando. Por todo decían que no. Hasta que fuimos encontrando por dónde podíamos recuperar. Ya no teníamos regreso al sector público. Entonces, pensamos en recuperar activos, pero para entonces no habíamos pensado siquiera en una cooperativa. Surgió así: recuperamos activos, ¿y luego qué? Armemos una cooperativa.

-¿En ese momento se inspiraron en otras experiencias? ¿En cuáles?

-Volteamos a ver el cooperativismo. Todavía no estaba en nuestra idea terminar siendo una cooperativa. Además, estas dos cooperativas habían sido muy solidarias con nosotros. Ellos venían acompañando el proceso y cuando se empieza a ver esta posibilidad se acercaron y nosotros los buscamos. A ver qué pasa si hacemos esto. Y nos ayudaron. Nos dijeron: está bien, recuperen activos, se puede hacer esto y lo otro. Nosotros teníamos completo desconocimiento del cooperativismo. Estuvo en el origen (del sindicato) y luego en los años ´40, como cooperativa de consumo, pero más allá de eso no teníamos ninguna experiencia en cooperativismo. Pensamos que era una salida. Siempre hemos dicho que esta salida, esta negociación, es temporal y parcial. Parcial porque no recuperamos todo; temporal porque nosotros no renunciamos a que esto se recupere para la Nación. Y así lo hemos dicho siempre. En ese periodo de la negociación, nosotros valoramos que ya había un desgaste acumulado, no se veían perspectivas. Si no planteábamos una salida, la gente se iba a ir, iba a ir a liquidarse, se iba a desmovilizar y fragmentar. Se iba a disolver el movimiento. Ya no había de dónde asirse, había que buscar una salida. Era una salida transitoria pero que nos daba chance de reagruparnos y buscar satisfacer las necesidades de los trabajadores. Y una perspectiva, la de continuar la lucha. Y así fue. Finalmente, logramos recuperar algo de los activos, que es lo que hoy estamos explotando, la concesión para producir energía y los bienes activos recuperados, ligar una serie de instrumentos económicos para la organización laboral de los trabajadores dentro del sector, como está ahora. A partir de eso, empezamos a estudiar el tema, a asesorarnos y a problematizar. Tenemos ya recuperadas muchas cosas, por la vía de los hechos, porque no han querido cumplir bien los acuerdos. Estamos incursionando en el cooperativismo en condiciones muy adversas, porque también en el cooperativismo encontramos discriminación de los trabajadores. Cuando nos despidieron a todos, no teníamos adónde ir. Cualquier trabajador que buscaba por otro lado, no lo contrataban porque tenía el antecedente de haber trabajado en Luz y Fuerza. Muchas veces los compañeros lograban, con engaños, meterse a trabajar en cualquier lado, en una fábrica. Pero en cuanto se veía dónde habían estado cotizando (NdR: el equivalente mexicano al argentino “aportar”) en Seguridad Social, los descubrían y los echaban. Hubo una discriminación total. Ahora, en la cooperativa, también. Más que una cooperativa de energía, es la cooperativa de los que eran de Luz y Fuerza. Y entonces también hay discriminación. Nos ha costado mucho trabajo irnos metiendo en el mercado. Este es uno de los problemas, insertarnos realmente en el mercado. Hemos pasado diferentes experiencias. En la tercerización, hemos estado en el último eslabón, que no conocíamos. Hemos estado remontando, escalando, para llegar a ser proveedores directos de la obra pública. Hoy trabajamos para la Comisión Federal de Electricidad en algunas regiones. Por la vía de los hechos hemos logrado que nos tomen en cuenta, hemos logrado incluso desplazar a los contratistas proveedores de la Comisión en algunos estados de la República. Y en otros, estamos incursionando.

-¿Cuándo comienza a funcionar concretamente la cooperativa?

-Hacia fines de 2016. Tiene aún muy poco recorrido. Nos dejaron recuperar los bienes pero, la mayoría, fueron saqueados. Sí encontramos algunas cosas que nos podían servir. Y tenemos nuestro fondo fundacional, que nos da recursos para ir montando los talleres y las fábricas. Con recursos propios de los trabajadores, porque no tenemos créditos. Esas son las cosas que queremos resolver en este año. Una es que se rompa con la discriminación hacia el sindicato y su cooperativa. La otra es que podamos escalar para no ser sujetos de la tercerización y obtener contratos directos que eviten intermediarios que se lleven el 30% del costo de la obra  sin meter las manos.

-¿Cuáles son los proyectos que ustedes hacen y piensan hacer?

-Actualmente, tenemos en la cooperativa ocho unidades productivas. Tenemos la unidad de producción, donde están los trabajadores que estaban afectos a la generación y transmisión de electricidad. Tenemos otra, dedicada a la distribución aérea y subterránea, que es lo más numeroso. Tenemos de telecomunicaciones, de fábricas y talleres, de construcción civil, y de proyectos alternativos. En cada una hay diferentes líneas de negocios que se están promoviendo. Actualmente, creo yo que la unidad con más desarrollo es la de distribución. En algunas zonas periféricas de la ciudad de México tenemos ya adjudicación directa en contratos. En la zona de Toluca estamos ya en ese nivel. Esto procura una mayor inserción de los trabajadores. Estamos haciendo instalación, mantenimiento y expansión de redes aéreas y subterráneas. En cuanto al tema de fábricas y talleres, estamos peleando por insertarnos en el mercado. En producción, tenemos algunas plantas que son propiedad de la cooperativa, de poca generación pero que son buenas. Las estamos habilitando con trabajadores de esa unidad productiva. En telecomunicaciones estamos entrando en el mercado pero, ahí sí, muy abajo: estamos subcontratados. Es donde comenzamos, en la subcontratación. En algunas unidades ya lo remontamos, pero en otras estamos aún en ese proceso. El área comercial es un segmento de la industria eléctrica que en nuestro país está por abrirse, es suministro básico. Ahí tenemos otro proyecto, que no es la cooperativa. La cooperativa es propietaria de una sociedad anónima, que pretende suministrar energía eléctrica. Como cooperativa no lo podemos hacer, no está permitido por la ley. Tiene que ser una SA, que es del sindicato, de la cooperativa, y así vamos a entrar en el mercado de suministro básico: el doméstico. Ahí tenemos muchas perspectivas de poder reinsertar laboralmente a muchos trabajadores. Además, estamos peleando contratos para el tendido de redes de transmisión. Hay algunos ya suscriptos, y vamos a pelear por más. Aquí la cosa es que podamos acceder a la obra pública sin intermediarios porque, cuando entra el intermediario, hay subcontratos y condiciones precarias de trabajo. La lucha de la cooperativa es para que se puedan mejorar los ingresos y las condiciones generales de trabajo. Y que realmente los trabajadores puedan gestionar su trabajo. No que se encuentre, en la tercerización, una sustitución patronal donde finalmente ellos tienen el control.

-En relación al cambio de gobierno, ¿evalúan que pueda haber otras condiciones?

-Sí, tenemos la perspectiva de que va a mejorar mucho, sobre todo para la cooperativa y para el conjunto de la economía solidaria en nuestro país. Se está hablando de que este es el sexenio de la economía social y solidaria. Creo yo que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador va a meter recursos públicos para promover esta economía y el cooperativismo. Eso nos puede ayudar. Estamos también presentando, como nueva Central de los Trabajadores, una iniciativa de reforma a la Ley General de Cooperativas de México para que haya mejores condiciones, tanto de carácter fiscal como económicas, para que podamos abrir anchas avenidas para el desarrollo del cooperativismo en nuestro país. Hay muy buenas perspectivas de que se modifique la ley, en favor del cooperativismo.

-¿Cuáles serían esas modificaciones?

-Algunas excepciones fiscales. Es que nos dan trato como si fuéramos una SA. Tenemos que pagar los mismos impuestos, no hay estímulos para el cooperativismo. La otra es que, para poder licitar la obra pública, nos ponen muchos requisitos, que incluso impiden la participación de los empresarios nacionales. Son licitaciones internacionales que exigen acreditaciones y certificaciones internacionales, garantías económicas, fianzas. Es inalcanzable. Esa es una de las cosas que a nosotros nos ayudaría mucho, que se desmontaran estos candados que tienen asegurada la obra para ellos y que pudiera haber una mayor participación. Sobre todo porque se piensa que ahora va a haber mucha inversión pública y productiva, que no la ha habido en los últimos tres sexenios. Entonces, creemos que esta ley nos puede beneficiar bastante.

-Es una cooperativa muy compleja, con una enorme cantidad de trabajadores y que además tiene que crecer para poder absorber a todo el plantel laboral al que representan ustedes como sindicato. Es decir, deben darse estrategias para eso. Pero al mismo tiempo tienen distintas unidades de producción, que son diferentes y que no siempre se pueden desarrollar en forma conjunta. ¿Cómo están pensando ese problema?

-Eso se está discutiendo ahora. Acabamos de elaborar un reglamento de funcionamiento. Estamos pensando en la autonomía relativa de gestión de cada unidad, que cada una pueda tener una junta de gobierno que permita resolver, en la propia unidad, sus necesidades operativas, financieras, y una línea de acción comercial. No hacerlo es caer en un embudo, donde quien está arriba debe resolver todo lo referente a las ocho unidades. Creemos que necesitamos autonomía relativa, sin dejar de ser cooperativos y teniendo interrelación, porque las unidades productivas están entretejidas y se pueden relacionar en función de una línea de negocios. Pero sí necesitamos que haya más autonomía respecto de los órganos centrales y más poder de decisión de los trabajadores en su unidad.

-¿Ese poder de decisión lo están pensando en cuestiones laborales y productivas, o también incluso en cuestión de recursos? Por ejemplo, si una unidad productiva genera más recursos que otra, ¿piensan algún mecanismo de compensación para que la que tenga un desarrollo menor no se quede atrás en los ingresos de sus trabajadores?

-Sí, así está pensado, que vayamos todos en conjunto. En tal caso hay que ver, claro, por qué no está funcionando, y hacer los ajustes, pero pensando siempre en conjunto. Si una unidad productiva es exitosa económicamente, eso puede favorecer a otra que no lo es tanto. Pero la cosa será que no se convierta en un lastre, que la que no funciona bien descanse en que no importa, porque la otra la subsidia. Por eso, debe diseñarse una estrategia de conjunto, pero al mismo tiempo en cada unidad debe haber una estrategia particular que libere todas las potencialidades del trabajo y no esté supeditada a un procedimiento burocrático de administración que limite sus posibilidades. Esto es para que sea ágil y, al mismo tiempo, su aporte vaya a la centralidad del conjunto y pueda ser diseminado entre todos en términos de cooperación, pero cada unidad debe tener sus propios resultados. Creemos que así puede funcionar. La experiencia en Luz y Fuerza del Centro nos daba una forma de articulación de conjunto, había interdependencia en todas las áreas. No las hemos recuperado todas, pero se pueden rescatar algunos segmentos que se pueden vincular. Por ejemplo, el tema de distribución: si nosotros hacemos una subestación, necesitamos obra civil, y tenemos una unidad de obra civil. También necesitaremos trabajadores electromecánicos y, para la transportación, líneas de transmisión. Es decir, se pueden ir integrando. El juego es cómo integrar para que la compensación sea equilibrada y no haya disonancias mayores entre una y otra unidad productiva.

-Para distinguir los ingresos de los trabajadores, ¿continúan usando lo que tenían como convenio colectivo o el hecho de ser cooperativa lo cambió?

-Sí, cambia por completo, porque la aplicabilidad del contrato no es posible en la cooperativa, porque no tenemos los ingresos para ello. A futuro, no sabemos. La idea es compensar algunas de las prerrogativas contractuales. Por ejemplo, el tema de la previsión social. Nosotros lo estamos compensando con las utilidades de la generación. Las pusimos en un fondo de previsión social. La seguridad social aquí es del Estado, pero se han privatizado los fondos de previsión social y los de jubilaciones y pensiones. Estamos ensayando varias cosas. Puede funcionar. Lo importante es que los trabajadores se incluyan  e ir buscando las oportunidades de hacer, de poner en práctica sus conocimientos en función de resolver las necesidades. Si no lo sabemos hacer, aunque tengamos ciertos bienes o activos, será difícil. Ahora estamos identificando problemas y buscando soluciones. Apuntamos a que la solución de los problemas se vaya colectivizando.

-Ustedes mantienen el sindicato como algo diferenciado de la cooperativa. ¿Cómo están llevando esa relación y cómo la imaginan en un futuro, cuando todos los trabajadores que representan logren integrar la cooperativa?

-Ahorita el sindicato aparece como el proveedor de los activos para la cooperativa, porque en la negociación no aparece la cooperativa. La cooperativa es resultado de la negociación. La recuperación de los bienes inmuebles por la vía de los hechos y el cumplimiento de los acuerdos los negoció el sindicato. Esos activos se transfieren a la cooperativa, que se constituye a fines de 2015. Ahí ya hay un patrimonio: lo recuperado en bienes activos, y lo concentrado del fondo que se integra con el equivalente al pago de impuesto sobre la renta  de nuestras liquidaciones, porque eso lo negociamos con el gobierno. A la hora de liquidarnos, cobramos al cien por ciento, sin descuentos ni impuestos. Lo que logramos no fue que dejáramos de pagar impuestos, sino que el gobierno nos dio el crédito fiscal. El equivalente se integró en un fondo colectivo, fundacional de la cooperativa. ¿Quién lo va a administrar? La estructura de la cooperativa. Ya nosotros (por el sindicato) no nos metemos. Entonces, la asamblea nombró su Consejo de Administración y su Consejo de Vigilancia. Hasta ahora, la figura que articula este movimiento social es el sindicato, pero el sindicato no puede dejar de hacer sus funciones, ni entrometerse en los proyectos económicos como tales. Por eso creemos que debe haber un funcionamiento autónomo de la cooperativa en términos económicos. Sí tenemos que discutir entre órganos de dirección del sindicato y la cooperativa cuál es el proyecto, hacia dónde vamos. Y lo estamos haciendo.

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