“Nuestras vidas valen más que sus negocios”. Crónica desde la pandemia
Por Gigi Malabarba
Publicada originalmente en revista Espoiler, Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Traducción de Juan Ortiz
A poco más de un mes del primer caso comprobado de contagio, en Italia contamos 7.500 muertes y 75.000 contagiados[1]. En la región de Milán, la Lombardía, que tiene una población de 10 millones de habitantes (como el conurbano bonaerense), los muertos son 4.500 y 35.000, los contagiados. No obstante, las autoridades dicen oficialmente que los números reales son diez veces mayores que los relevados (Taskforcenazionale di Protezione Civile e IstitutoSuperiore di Sanità) y los muertos en Lombardía, cuatro veces más (Sindaco di Bergamo), porque la mayoría muere en casa antes de ser sometida a los exámenes Covid-19. Las estadísticas respecto a los decesos “normales” en la estación invernal lo confirman por defecto. Entonces estamos hablando de 15 a 20 mil muertos en un mes en Lombardía por efecto directo o indirecto del Covid-19. ¡Es una hecatombe!
La Lombardía es la región más rica e industrializada del país, y cuenta con un PBI per cápita entre los más altos de la Unión Europea. El Sistema Sanitario Nacional, que con la gran reforma del 1978 –como tantas otras conquistas sociales de ese período, fue fruto de un ciclo de luchas sindicales y sociales extraordinarias– era, por mucha distancia, el mejor del Occidente capitalista, fue fuertemente redimensionado por las políticas neoliberales. En los últimos diez años de gobiernos, sea de centroderecha o de centroizquierda, fueron recortados más de 37 billones de euros, recortando a su vez la mitad de las camas y cerrando muchos hospitales. No obstante esto, la salud pública es la única garantía para los tratamientos esenciales, demostrando su enorme potencial. Hoy se encuentra colapsada.
Al llamado internacional de ayuda humanitaria lanzado por el gobierno y por las regiones del norte de Italia (gobernadas desde hace dos décadas por administraciones de centroderecha) respondieron sobre todo China y Cuba y ONGs como Emergency y Médicos sin fronteras, duramente atacada durante meses por el principal partido Italiano “la Lega Nord” (Liga Norte), de derecha racista, por su actividad en cuanto al recibimiento de inmigrantes.
El gobierno, progresivamente, tomó medidas de limitación y cierre de muchísimas actividades, hasta el aislamiento de la población en sus respectivas casas.
Probó en los últimos días, inclusive, detener la producción industrial que involucra cotidianamente a 12 millones de personas, pero al final sufrió las presiones de las asociaciones patronales, principalmente Confindustria, que hiciera valer su “diktat”: “La producción no se detiene”. Los trabajadores respondieron con numerosas huelgas, bloqueando la producción: “Nuestras vidas valen más que sus negocios”.
Numerosas medidas de apoyo y sostén al crédito para todas las categorías de trabajadores fueron aplicadas, extendiéndose también a sectores que no las disponían: se trata de medidas ciertamente importantes, si bien la cobertura no será efectivamente generalizada. Medidas de apoyo a las empresas y a los sectores más golpeados de la economía han recibido una mayor carga presupuestaria del Estado, acompañando la histórica decisión de la Comisión Europea de suspender el pacto de estabilidad. Esto está permitiendo a todos los gobiernos superar la relación déficit-PBI, que fuera un dogma absoluto, incluso en la crisis económico-financiera de 2007-2008, imponiendo a países como Grecia medidas sociales draconianas similares a aquellas puestas en acto por los Chicago Boys en el Chile de Pinochet.
El Banco Central Europeo emitió enormes cantidades de dinero para impedir operaciones especulativas y frenar la caída de las bolsas, así como había salvado a los bancos anteriormente.
Ahora se descubre que el dinero está, que los postulados del Tratado de Maastricht, sobre el que nace la moneda única europea, se pueden cambiar y que las políticas liberales destruyeron el Estado de Bienestar nacido con las constituciones antifascistas de la segunda posguerra.
Hoy en Italia, y sobretodo en Lombardía, el conjunto de la población puede ver tangiblemente el gran valor del Sistema de Salud Nacional Público, después de los recortes progresivos de los últimos 25 años y el traspaso de fondos a los sistemas de salud privados. Estos apuntaron exclusivamente al lucro sobre el bienestar de las personas: no han invertido ni un euro en investigación y prevención, y estuvieron completamente ausentes en toda esta fase de respuesta a la pandemia.
Además el gobierno no procedió a ninguna requisa de clínicas privadas, ni siquiera en la situación más grave.
La vida de las personas está siendo literalmente conmocionada, cada dos o tres días hay un decreto de gobierno central o una ordenanza de las regiones que, debiendo limitar la circulación de las personas sin querer cerrar totalmente las actividades productivas, han suspendido de hecho las libertades democráticas, entregando el control de las calles a las fuerzas militares y a la policía, poniendo a un lado al mismísimo parlamento y las asambleas legislativas locales, limitando espacios al sistema judicial y empujando el sistema informativo al servilismo y la autocensura, una derivación peligrosísima, recibida por gran parte de la población ganada por el miedo como necesaria.
El uso de las tecnologías informáticas para el control de celulares así como el uso indiscriminado de drones para filmar los movimientos son considerados indispensables inoculando el virus de la delación y la culpabilización del trasgresor. Un control social superior a aquel adoptado incluso en tiempos de guerra.
Por otros aspectos relativos a la mayor o menor eficacia en las intervenciones de orden sanitario, hay que resaltar una enorme falta de preparación general de las instituciones para afrontar epidemias de esta naturaleza pese a la endemicidad de estas patologías, absolutamente curables y aislables, pero a través de sistemas de contención del contagio en el territorio más que a través de la hospitalización.
Medidas eficaces fueron aplicadas en algunos de los focos iniciales del virus, con exámenes muy difundidos en sectores de la población y a todo el personal sanitario.
No fue así en casi todos los demás lugares, transformando a los hospitales en centros de propagación de la epidemia y al personal médico-sanitario en víctima privilegiada por el contagio de manera impresionante, porque muchas veces se encontraba privado de material de protección adecuado. El personal médico-sanitario representa el 10% de todos los contagios en Lombardia.
Otras reflexiones sobre el contagio, sobre todo en Lombardía, más allá de la certeza de que los primeros sujetos confirmados el 20 de febrero provenían de la ciudad china de Wuhan, y eran de esta región, están confirmado que pulmonías anormales estaban presentes allí desde octubre y principios de noviembre y que una fuerte persistencia del virus en el aire fue favorecida por la gran contaminación atmosférica de la llanura Padana. El virus se pega a las partículas. En combinación con las fuertes concentraciones industriales, cuya actividad no fue jamás interrumpida por voluntad de Confindustria, se creó una potencial bomba de crecimiento exponencial que en otros lugares no se dio con tal intensidad.
Entre las prácticas de reacción positiva al contagio y muchas veces resistiendo las limitaciones impuestas por las ordenanzas que tienden a favorecer la agroindustria, queremos señalar las muchas iniciativas autogestivas de los pequeños productores agroecológicos alternativos. Entre ellas, nuestra red “Fuorimercato, autogestione in movimento” de la que forma parte la fábrica recuperada “RiMaflow Milano” (cooperativa). Se garantizó el suministro alimentario de las ciudades a través de la distribución de productos a nivel colectivo como también individual, aprovechando la implosión del sistema de entrega a domicilio de la gran distribución organizada, a causa de la enorme demanda.
El movimiento contra el cambio climático y por la defensa del ambiente, que ya ha rechazado el modelo económico capitalista dominante, puede encontrar mayor proyección económica en la autogestión que de la ulterior crisis del sistema derivado de la pandemia. Puede encontrar nuevo impulso hacia hipótesis de nuevas economías basadas en las necesidades sociales y no en beneficio de pocos.
Gigi Malabarba: Obrero italiano y miembro de la fábrica recuperada Rimaflow de TrezzanosulNaviglio, Milán.
[1]Cifras al momento de escritura del artículo, han continuado creciendo.