Monday Dec 02, 2024

Más cerca de la verdad en Coceramic

“Con el fracaso de la mediación entre los trabajadores de Coceramic y la empresa En Premieur SA el próximo paso es presentar una demanda en el Fuero Civil y Comercial de Entre Rios” dice Ramiro Pereyra, abogado de la parte gremial. La mediación fracasó porque fue imposible notificar a la empresa: la dirección oficial es un local que hace tres años que no está ocupado, según certificó una escribana. Es decir, que se trata de un nuevo truco de Juan Carlos Acevedo Díaz, un empresario que ya demostró estar dispuesto a cualquier cosa para no cumplir con sus obligaciones.

En poco tiempo, Coceramic va a cumplir un siglo. La historia de esta empresa emblemática de Paraná, Entre Ríos, tiene al menos tres momentos muy claros: la primera etapa clásica de la fabricación de tejas y ladrillos abarca desde su fundación en 1925 hasta la quiebra en 1992. A partir de ahí, es la etapa cooperativista, en que la empresa operó en manos de sus trabajadores. Y en 2015 comienza la etapa de la estafa a los trabajadores y a la sociedad.

Una experiencia única

La planta estuvo desde un principio ubicada en una zona privilegiada de la ciudad, el Parque Urquiza, hecho que, ya veremos, va a ser tentador para la maniobra de despojo a los trabajadores. Durante casi 70 años, la familia Mutio condujo los destinos de la fábrica de tejas francesas, cerámica roja y ladrillos. Las tejas que tenían el sello Coceramic eran famosas a nivel nacional por su calidad, probablemente porque se fabricaban sólo con el barro del lecho del río Paraná, sin aditivos de ningún tipo. Todavía hoy se puede ver en la web que coleccionistas y fanáticos buscan y preguntan por lotes de estas tejas.

En diciembre de 1992 nos llama la empresa a los cientoveinticinco obreros que tenía en las tres plantas y nos dicen que se iban a presentar a concurso de quiebra, recuerda hoy Juan José Salzmann, trabajador histórico que vivió y sufrió todos los períodos. Se buscó muchas formas de no perder el empleo y dimos con el abogado Carlos Petruzzi y su esposa que propusieron hacer una cooperativa, algo que para nosotros era una novedad.

A principio de los ’90 se producen las primeras recuperaciones de empresas de nuestro país, como coletazo de la feroz concentración que impulsaba el menemismo. En rigor, las primeras recuperaciones surgen en los años 50, como la cooperativa de transporte La Calera, en Córdoba, o la gráfica Cogtal, ahora en Avellaneda, que en su momento fue el taller del dirigente de la CGT de los Argentinos, Raimundo Ongaro. Coceramic se enmarca dentro de la oleada noventista pionera de la recuperación de empresas como respuesta ante el neoliberalismo.

“Era una experiencia hermosa, porque teníamos que tomar decisiones sobre el combustible, como se pagaba… trabajar para vos mismo y para tu familia es una experiencia hermosa que no supimos defender”.

Juan José Salzmann, trabajador y cooperativista de Coceramic.

Ante la quiebra, la justicia le dio a los trabajadores un período para que demostraran, ante un síndico y un contador, que la empresa era viable para los ochenta y cinco trabajadores que encaraban el proyecto. “La experiencia fue única -recuerda ahora Salzmann-. Estuvimos un año y medio con este esquema y cuando nos dieron el OK, se hicieron los trámites y se formó la cooperativa, la justicia se retiró y asumió Petruzzi como primer presidente de la Cooperativa de Trabajo Coceramic”..

El recuerdo de este período es luminoso: se fabricaba en ese momento entre 300 y 400 mil tejas anuales y cien mil caballetes y cien mil ladrillos para los pies de las tejas. Al primer presidente lo destituyó una asamblea que encontró malos manejos y se sucedieron luego una serie de conducciones de la cooperativa que fueron despegando la toma de decisiones de la base trabajadora.

En los casi diez años de gestión cooperativa pasó de todo: le vendieron una parte del predio al gobierno provincial para que ensancharan los basurales y con ese dinero se invirtió en máquinas, consiguieron un camión de parte del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Y también se tomaron decisiones comerciales (como la fabricación casi exclusiva de ladrillos en detrimento de las tejas) que favorecían el flujo de dinero en efectivo pero fueron comprometiendo la financiación a largo plazo.

“Como a tantas otras cooperativas, nos arruinó la ambición personal por sobre el grupo; los obreros nunca fuimos capacitados como cooperativistas, nunca reclamamos el derecho de decir yo soy socio, quiero ver los números. siempre pensábamos que el Presidente del Consejo era el patrón”, se autocritica hoy Salzmann, aunque no deja de reconocer que el período cooperativista tuvo sus grandes momentos y que pudo haber cambiado la historia: “Era una experiencia hermosa, porque teníamos que tomar decisiones sobre el combustible, como se pagaba… trabajar para vos mismo y para tu familia es una experiencia hermosa que no supimos defender. Las conducciones de la Cooperativa nos hicieron creer que presentaban los balances ante el INAES y no los presentaban: ahora con todo esto de luchar para que no nos roben nos damos cuenta que nunca se presentaron: debíamos 13 balances de la cooperativas”.

La etapa de la estafa

El deterioro de las condiciones laborales de Coceramic fue creciendo. No había vacaciones, ni aguinaldo, se cobraba poco y mal hasta que, en 2015 apareció un inversor muy avalado por el entorno político provincial con una propuesta curiosa:

“El 15 de junio de 2015 hicimos un acuerdo con el empresario Juan Carlos Acevedo Díaz en el que se comprometía a poner Coceramic en marcha. Dijo que traería una fábrica que estaba en proceso de quiebra en Salta y la iba a instalar en el Parque Industrial y él iba a tomar posesión de estos terrenos una vez que esa fábrica estuviera produciendo.”.

Para la misma época que apareció con esta propuesta en Coceramic, Acevedo Diaz le hizo una propuesta similar a otra empresa señera de Paraná, la cooperativa tambera CoTaPa, con la cual las cosas hasta ahora tampoco funcionaron como había prometido. Sin embargo, en un principio y considerando los problema de la empresa, para los trabajadores fue un anuncio prometedor.

Acevedo Diaz puso 850 mil pesos en el Juzgado Comercial Nro 9 de Entre Ríos para pagar deudas que tenía la cooperativa y le empezó a pagar 1500 pesos semanales durante un tiempo a los trabajadores. Pero, en tanto, cerró la fabrica, con la excusa de que necesitaba tiempo para trasladar la otra planta. Después convenció a la conducción de la cooperativa de reducir personal. Con el paso del tiempo, los trabajadores advirtieron que Acevedo Diaz quería quedarse con los terrenos a cambio del menor desembolso posible. Les dijo que había pedido un predio en el Parque Industrial a la Municipalidad para poner la fábrica pero los trabajadores constataron que nunca hubo un pedido formal. En una espiral de desconfianza, dos asociados fueron a Salta a ver como era la fabrica que prometía, y se enteraron de dos cosas: que no servía porque usaba otro tipo de materia prima y que además nadie sabía nada en la fabrica sobre el supuesto interés de Acevedo Diaz.

El 29 de mayo de 2017 fui a CoTaPa porque sabía que él iba y me dijo que no daba mas, que nos habíamos “farreado” seis millones de pesos en un año y yo le digo “¿qué me esta diciendo, si nosotros no vimos nunca esa plata?” recuerda Salzmann.

Aqui es donde los trabajadores entendieron que parte de la conducción de la cooperativa negociaba con el empresario a espaldas del colectivo.

Jamas hablamos de una venta. se enfurece Salzmann. Pero en los libros de actas figura que nosotros vendimos, Nuestra representante, hizo constar en actas dos asambleas que no existieron o que fueron reuniones, porque nosotros no estábamos. Para vender una cooperativa, fui aprendiendo en esta lucha, hay que dar varios pasos: publicarlo en los diarios con quince días de anticipación, avisar qué tema se va a tratar y tener un porcentaje alto de los asociados presentes. No se hizo nada de eso.

El abogado Pereyra reconstruye: “Cuando me vinieron a ver, había una situación de mucha irregularidad, la Cooperativa estaba en riesgo de perder la personeria, hubo que iniciar tramites de regularización”, dice. Logrado eso, se inician las actuaciones para una demanda en el Fuero Civil y Comercial, que prescribe una mediación, para lo cual es necesario notificar a la sociedad, la compañia de Acevedo Díaz, En Premieur SA, tiene domicilio en Godoy Cruz, Mendoza. “De modo que se va a ver con un escribano que constata que hace tres años que está desocupado el piso donde tiene domicilio la sociedad”, dice Pereyra. De esta manera, sólo restan días para que la actuación judicial ponga un poco de luz entre tanto palabrerío hueco..

“Tengo los libros de actas falsificados, donde dice que vendimos” dice Salzmann con la esperanza puesta en demostrar que la estafa a los trabajadores entra en una etapa de definitivo esclarecimiento. A pesar de las complicidades políticas y de la demostrada habilidad de Acevedo Díaz, compartida con miles de empresarios que han vaciado empresas y hecho fraudes laborales a mansalva, para encontrar los huecos de una legislación porosa en perjuicio del Estado, la sociedad y los trabajadores, nada asegura que se vaya a salir con la suya. Si bien la fábrica está desarmada y es prácticamente irrecuperable sin una fuerte inversión, el empresario empezó a encontrarse con la resistencia de un conjunto de trabajadores que no se resignan a su destino y quieren ver resurgir su cooperativa. Como en la vecina CoTaPa, en que Acevedo Díaz debió ver como la empresa se volvía a convertir en una cooperativa en manos de sus trabajadores, nada está perdido si hay voluntad de lucha. Los trabajadores de Coceramic se movilizaron para mostrarles a sus compañeros de la empresa láctea quién era Acevedo Díaz y cuál iba a ser su destino si no oponían resistencia y luchaban por recuperar la empresa. Con ese espejo, tanto los cooperativistas como el empresario saben muy bien que el resultado del conflicto sigue abierto.

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